Esta es una transcripción realizada por Inteligencia Artificial.
Entrevista realizada en Octubre del 2020.
Paulo Galindo:
Estamos con nuestro invitado de hoy en El Mentidero 2.0, un invitado de lujo: talentoso, guapo, inteligente, imprescindible, nuestro queridísimo amigo Antonio Crestani. ¡Oye, Toño! ¿Cómo estás? Gracias por estar con nosotros.
Antonio Crestani:
Gracias, Paulo, pero creo que ahora ya te debo unas chelas después de esta presentación, y más con los calores que debe haber allá en tu tierra.
Paulo Galindo:
No, hombre, no, hombre. Esas chelas saben deliciosas en este calorcito, pero te las debemos nosotros a ti por tu generosidad y por regalarnos estos minutos para platicar un ratito sobre el arte y el teatro. Eres un hombre que se formó en el arte, en las tablas, en el Centro Universitario de Teatro; después fuiste su director, estuviste a cargo de teatro en la Universidad Nacional Autónoma de México, en vinculación cultural, en la Secretaría de Cultura Federal… En fin, muchísimas cosas. Creo que eres el ideal para conversar sobre estos temas. Mira, aquí tenemos una amiga que también quiere platicar. Y bueno, quería preguntarte: ¿Tú crees que el arte es importante, es imprescindible para la vida? Digamos, ¿el arte y la cultura son esenciales para la vida de todos los seres humanos, de los mexicanos?
Antonio Crestani:
El arte está en todo lo que hacemos, lo veamos o no. Desde el diseño en la ropa que usamos hasta en los aparatos tecnológicos que tenemos. El arte se ha desarrollado muchísimo en el diseño últimamente. Estamos en contacto permanente con el arte: con la arquitectura, los libros, la pintura, con muchísimas manifestaciones, nos gusten o no. Hay algunas que nos gustan más y otras con las que no conectamos tanto, pero creo que siempre estamos en contacto con el arte. Es parte del ser vivo, y es algo a lo que creo que no se puede renunciar.
Paulo Galindo:
Oye, Toño, ¿el teatro transforma? ¿Transforma sociedades, transforma personas? ¿Qué es el teatro para ti en ese contexto?
Antonio Crestani:
Yo creo profundamente en la posibilidad transformadora del teatro y del arte en general, pero creo que primero que nada debe ser de excelencia. Hay un compromiso muy grande por parte de los hacedores de teatro, de los teatreros, o como se les quiera llamar, y de los creadores, de realmente hacer lo que quieren hacer de la mejor manera posible. Porque luego, vaya, que vacunamos a los espectadores cuando van a ver cierto tipo de obras, ¿no? El teatro es como el cine: no todos los géneros de películas te gustan. A algunos les gusta el cine mudo, a otros las películas de vaqueros, a otros las de terror, y a otros no les gustan las películas de terror. Y uno, conforme va experimentando el arte, va decantando qué es lo que le gusta y a qué tiene más afinidad. Y es parte de lo que hay que ir encontrando, no solo como espectador de cine o teatro, sino también como lector, como asiduo a museos, a obras plásticas, a la arquitectura. No toda la arquitectura tiene por qué gustarte. Yo creo que no todas las mujeres tienen por qué gustarte, ¿no? Uno con el tiempo se va dando cuenta, ah, pues estas mujeres me gustan si son así o asado, y seguramente otros dirán, ah, no, pues a mí los chavos me gustan si son así o asado. Es un proceso de ir descubriendo con el tiempo qué es lo que te atrae y a qué quieres dedicarte. Pero creo que lo importante es estar abierto a la experiencia de conocer algo que quizá todavía no conoces.
Paulo Galindo:
Oye, Toño, entre quienes nos ven, han platicado con nosotros, por ejemplo, que conoces a la maestra Raquel Araujo de Mérida, y tenemos colegas que trabajan en otros estados del país, como los del «Rinoceronte Enamorado» en San Luis Potosí, con los que hemos estado platicando. Quisiera preguntarte, porque sé que lo conoces bien: ¿Cómo ves el panorama del teatro en los estados? ¿Cómo ves a las compañías? ¿Están ejerciendo la fuerza que pueden sobre sus propios espectadores? Es decir, ¿están desarrollando esta tarea de generar nuevos públicos? ¿Cómo anda ese universo por ahí?
Antonio Crestani:
Es muy desigual. Desafortunadamente, uno encuentra muchos universos dentro de México en la parte escénica. La Ciudad de México es un caso aparte, porque a pesar de que se hace mucho teatro y hay muchos recintos escénicos, también la calidad y la demanda por ocupar esos espacios es altísima. Y nos encontramos con que hay ciudades, no estados completos, sino ciudades, donde hay una importante presencia y trayectoria teatral. Sin lugar a dudas, Monterrey, Hermosillo, Mérida, algo en Guadalajara y algunas otras ciudades tienen un panorama teatral destacable. Pero hay otras donde el panorama es muy, muy escaso y las condiciones para los creadores son extremadamente limitadas, tanto en cuanto a espacios como en cuanto a presupuestos. Uno se construye como creador, como actor, director de escena y como espectador, en función de lo que tiene la posibilidad de ver de sus colegas. Si tienes la posibilidad de asistir a diferentes tipos de espectáculos, nacionales e internacionales, como en los festivales, es ahí donde encuentras otras maneras de hacer las cosas y tienes parámetros para saber dónde te encuentras. Por eso creo que es fundamental en la parte escénica poder tener la mayor cantidad de festivales e intercambios. Hay ciudades, vuelvo a lo mismo, que no tienen recintos o no tienen presupuestos, y cada vez son más limitados para poder presentar obras de otros estados o países. Y es ahí donde también surgen ciertos contactos. Una de las obras que, como espectador, más me han marcado en varias décadas fue de una compañía de un lugar en Rusia llamado Yakutia. Yo tampoco conocía ese lugar, perdido allá en el norte de Siberia, imagínate. Una compañía de Yakutia vino a un festival cervantino y presentó una obra que tenía ciertas partes traducidas y que para mí fue toda una experiencia transformadora. Creo que eso es a lo que debemos aspirar como teatreros: lograr que nuestros espectadores tengan una experiencia de transformación cuando van al teatro. Cuando uno compra un boleto de cine, y perdón que me refiera tanto al cine, pero es que creo que es un buen referente, ya que el teatro no tiene tantas oportunidades. Pero cuando compramos un boleto de cine, ¿qué queremos? Queremos, sobre todo, pasárnosla bien. Y si nos emociona, nos hace reflexionar, nos deja algún mensaje o nos da algún conocimiento, eso es un plus. Pero lo primero que el espectador busca es desconectarse.
Paulo Galindo:
Lo primero es desconectarse del mundo, ¿no? Quieres ir al cine y desenchufarte.
Antonio Crestani:
Exacto. Y lo mismo pasa cuando uno abre un libro, compra un boleto, va a una exposición, a un concierto, o ve una película. El espectador está haciendo una apuesta a ciegas, porque realmente no sabe qué se va a encontrar. Por más que le hayan dicho: «Oye, no te pierdas tal libro, no dejes de ir a este concierto, no puedes dejar de ver esta plática», no sabe a qué se va a enfrentar. Está haciendo un acto de fe, y como creadores, no debemos traicionar ese acto de fe. No debemos fallar, y la única manera de no fallar es dar todo y más cada noche que nos paramos sobre un escenario. Eso es lo que intento hacer cada vez que estoy en el escenario como actor o cuando dirijo una obra de teatro: corresponder a ese acto de fe que el espectador hace al acercarse al teatro. Porque para que un espectador vaya al teatro, va en contra de todo. Es como un salmón. Es más fácil quedarse en casa, calientito, viendo la tele, escuchando algo, platicando con la familia. Todo es más cómodo, ¿no? Pero hay que salir, subir al coche, enfrentar el tráfico, la temperatura, el frío, el calor, hacer fila, buscar estacionamiento, y a veces hasta llueve.
Paulo Galindo:
Exactamente.
Antonio Crestani:
Todo está en contra. Pero si, cuando te sientas y se da la tercera llamada, comienza la posibilidad de tener una experiencia única que no puedes vivir en ningún otro lado, entonces todo vale la pena. Es cuando la magia del teatro cumple con el espectador y, creo yo, debería ser más cotidiana, más constante. Pero sí, es difícil. El teatro a nivel nacional es muy complicado. Hay algunas compañías que, con mucho esfuerzo y contra todo, han podido subsistir. Porque también el teatro es una experiencia artística que requiere inversión debido a su naturaleza presencial.
Paulo Galindo:
Claro. Pues Toño, se nos acabó el tiempo, se va rapidísimo. Te agradezco muchísimo que te hayas tomado este tiempo para platicar un poquito con nosotros y con el público de El Mentidero, al que siempre animamos a que haga la apuesta a la que te refieres. Que venga a El Mentidero y sienta que ganó la apuesta de vivir una experiencia única que no hubiera vivido de no haber estado con nosotros. Eso nos anima muchísimo, porque además nos llena de orgullo ver cómo el espectador sale con un rostro muy distinto al que tenía cuando llegó. Porque efectivamente el espectador llega pensando en mil cosas, en el estacionamiento, en esto, en lo otro, pero sale, en la mayoría de los casos, y puedo decirlo con mucho orgullo, con otro rostro. Y esa es una apuesta que creo estamos logrando. Si no, ya nos dirán en los comentarios que eso es mentira, porque ya no se puede mentir tan fácilmente. Así que espero que nos den la razón. Te agradezco mucho, Toño, que hayas estado con nosotros. ¿Cuándo veremos una pieza tuya nueva en el teatro? ¿Estás dirigiendo? ¿Estás montando algo? ¿Qué andas haciendo?
Antonio Crestani:
Sí, mira, ahorita voy a dirigir ópera. ¡Órale! Sí, por primera vez voy a dirigir una ópera de Federico Ibarra. Es una obra que habla sobre Drácula. Es una ópera de terror, de las cuales realmente hay muy pocas, y se llama «Despertar al sueño» con la Orquesta Sinfónica del Estado de México. Nos estaremos presentando pronto. Ya te estoy dando la primicia a ti. Oh, padrísimo. La primera primicia de mi vida. Nos estaremos presentando en la Sala Felipe Villanueva a principios de noviembre y en el Festival de las Almas en Valle de Bravo. Ahí también habrá dos funciones. Así que estoy en una nueva experiencia para mí.
Paulo Galindo:
Híjole, pues muchísima mierda, Toño, muchísima mierda. Felicidades, esperamos verla.
Antonio Crestani:
Los que no saben, así nos deseamos suerte los teatreros: no nos deseamos suerte, nos deseamos mierda. Exacto. Y es muy bonito saber, si tenemos unos segundos, que se desea mierda porque antes en los corrales de comedias, cuando llegaban las carrozas tiradas por caballos, al irse de la función, los caballos dejaban sus «regalitos». Entonces, si había mucha mierda fuera del teatro, significaba que había sido un éxito. Por eso se desea mierda. Se desea mucha mierda, que haya muchos espectadores y que sea un éxito. Es la manera que tenemos los teatreros de augurarnos lo mejor. Así que no se asusten, ¿eh?
Paulo Galindo:
¡Exacto! ¡El buen augurio es la mierda! Gracias, Paulo. Un gusto. Te mando un fuerte abrazo. La compañía te manda también un fuerte abrazo. Es un gusto platicar contigo siempre. Muchas gracias, Toño Crestani.
La entrevista completa puede verse en el canal de YouTube de El Mentidero. Ver aquí